Los dos días anteriores a la lelgada de Isabel, fueron unos días estupendos: sol, sin nubes, sin viento. Unos días de final de verano perfectos. Pero fueron un engaño, la calma antes de la tormenta.
Llegó I-1 (Isabel menos Uno, alias Isabel menos 24 horas) y, esa mañana, algo era distinto. Mientras me dirigía al trabakjo, pude observar como un frente nuboso se desplazaba rápidamente por el cielo. Esas nubes provenían de Oriente. Entre que salí de casa y llegué a trabajar, se levantó un viento, un tierno soplo que anunciaba a Isabel. Durante el día, las nubes fueron incrementando la proporción de cielo cunierto, y el viento iba aumentando a cada momento.
Tras acceder a las peticiones de mis usuarias favoritas (como explico en BOFHers), y tras acabar la jornada laboral del I-1 me dirigí a la BatiCueva.
Una vez en la BaiCueva, me tube que enfrentar a la realidad: como Robin vive en su própio piso de protección oficial y no hay manera de conseguir otro super-héroe segundón que me limpie la casa y me ordene las estanterías con los cedeses, tube que tomar las riendas y dedicarme a: primero, pensar; segundo, actuar; y tercero, pirarme con viento fresco.
Empecé pensando: "¿qué es absolutamente imprescindible?" y decidí apilarlo a la puerta, para llevármelo a mi exilio. Así, me agencié el PC de escritorio, el pasaporte (y otra documentación imprescindible para desplazarme entre continentes), la caja de cerezo lacado con los cigarros habanos (y los diversos utensilios asociados al placer humeante), algo de ropa (incluyendo la camiseta de Ibiblio y la de OSDN) y los libros que todavía no había leido (la serie sobre Roma de McCullough, recién llegados de Barns&Noble). ¡Ah! Y el teclado kb_105_es, claro.
Luego, actué.
Con el conocimiento a mi alcance via google, me enteré que los huracanes causan tremendas inundaciones. Tras una revisión orográfica del terreno circundante (es decir, sacar la cabeza por la ventana con los ojos abiertos), llegué a la conclusión que si el agua subía más de 25 cm, como estaba en la cima de una colina, la fuerza del agua se iba a llevar la colina, la casa esta, todo lo que contenía y LMQLP. Con esa cifra en la mente, procedí al minucioso trabajo de elevación de todas mis posesiones a una altura mayor de 25cm. Así, las mesas, las sillas, la lavadora, la despensa y la cama se cubrieron de todas mis posesiones. Los libros abanodnaron los estantes inferiores y pasaron a los superiores, por ejemplo. Y los ordenadores "prescindibles" y el monitor, pasaron a residir encima de la lavadora.
Durante la semana anterior, había estado acumulando hielo y metiéndolo en bolsas zip-lock de esas, para prevenir que unas posibles horas sin electricidad hecharan a perder el contenido del congelador. También, acumulé en el refrigerador botellas de agua y latas de bebida, para utilizarlos a modo de "acumuladores de frio".
Además, como no sabía que iba a pasar, esa semana había estado cenando buenos filetes, regados con mejores caldos (Australianos y Chilenos). No tenía ni idea de cuando iba a volver a comer caliente, y si iba a comer tan solo. Por ello, me dí el gustazo de cenar de puta madre.
Y llegó la hora de la despedida. Repasé toda la casa con la mirada, comprobé la altura mínima de los elementos perecederos (libros, desechos informáticos, ropa y demás), cargué el coche y me dirigí hacia Poniente. El cielo, totalmente nublado, y el viento, azotando de lo lindo, sacudía alegremente todas las señales de tráfico. Mientras me acercaba a la autovía, aprecié un coche con bastantes antenas... y un individuo vestido de camuflage hablando por una radio. Seguramente, un miembro de la Guardia Nacional, activada por el Gobernador Easley y eviada a la costa, para coordinar cualquier actividad de rescate y conocer de primera mano lo que pasaba.
Con el depósito prácticamente lleno, alcancé la carretera, y me uní a un tráfico intenso, desmesurado y extraño para un miércoles por la tarde.
El plan era acercarme hasta el pié de las montañas "The Rockies", la cadena montañosa oriental de los EE.UU. El tiempo previsto de viaje era, según mi experiéncia, tres horas y media. Tras unos cuantos atascos, llegué tras cinco largas y tensas horas. Al llegar al destino, pude comprobar cómo había alcanzado la avanzadilla de las nubes, esas nubes que ví aparecer esa misma mañana del miércoles sobre mi casa.
En destino, descargué mis pertenencias (primero el PC con mi Linux, of course) y, tras una cena frugal, me acosté. El día siguiente, todo nublado y amenazando a lluvia, lo pasé de turista en la biblioteca de la universidad local. Y, asistí a la conferencia sobre Propiedad Intelectual, la RIAA y las leyes tipo DMCA sobre la comunidad educativa que casualmente tubo lugar ese Jueves. Como no, pregunté (no puedo estarme callado ni en el exilio. Ejqueeeeee), nombré el "Linux", el "FOSS" y el DRM de Microsoft Office 2003. Nada mal para una asisténcia improvisada a una interesante conferencia (sobre la que no encuentro ningún enlace).
Esa tarde, arreció el viento y empezó a llover. Y eso que estaba a unos buenos 400Km de la costa. En vistas del éxito, alquilé una pinícula en deuvedé ("Clerks" ) para pasar la noche y suministros de emergencia:
- tequila y "magarita mix" para preparar unos batidos :P
- patatas fritas, chocolate y galletas, porque algo hay que comer, digo yo
- alka-seltzer y aspirinas para "el día después"
¿Qué hizo Isabel? Como no podía ser menos, Isabel se vengó de mi por huir de su vera y me obsequió ¡con una bonita gotera en mi habitación! ¡En una habitación a 400Km de distancia de la costa!
Pasado el huracán, llamé y me conecté al trabajo via ssh, donde arreglé unos temas del LTSP que no habían quedado demasiado finos tras la inicialización de todos los servidores de la empresa. ¡Ah, ventajas del tele-trabajo, y desventajas de trabajar con MiniBOFH!
El Domingo, volvía a casa, para afrontar una nueva semana.
Salut,
Sinner
