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La proliferación de la información en la era Internet | 12 comentarios (12 temáticos, editoriales, 0 ocultos)
motivaciones y demás (4.00 / 2) (#3)
por thibaut (asp16 [ykwim] alu.ua.es) a las Mon Jun 21st, 2004 at 05:57:58 PM CET
(Información Usuario)

El encadenamiento de esfuerzos dirigidos a una única meta no sólo tiene la ventaja de la calidad suficientemente contrastada, sino el de evitar la disolución del producto en el marasmo, potencialmente infinito, de otros productos semejantes. [...] y las consecuencias que una aplicación de la teoría artística del genio ---el modelo contrario--- pudiera tener en la era de Internet.
La teoría artística del genio doesn't scale, pero motiva más (al menos de momento). Y lo que toca ahora es darse cuenta de ello.

Lo que quiero decir es que, si esa relación uno a muchos creación-autor va siendo cada vez más frecuente, es porque esos muchos autores han transferido su motivación de «haber hecho esto yo» a «uno, se ha conseguido hacer esto, dos, he participado en ello». Bajando al ejemplo concreto, en el desarrollo de Linux han participado y participan personas muy inteligentes, y seguro que muchas de ellas tienen un ego no pequeño que satisfacer. Pero han conseguido que el hecho de tener Linux tal y como es hoy compense con creces el típico «Yo crearé el mejor S.O. que se haya visto...»

Cuando yo empecé a hacer pequeñas colaboraciones al S.L., para mí era importane obtener algún tipo de reconocimiento. Hoy, no negaré que me sigue gustando, pero algo ha cambiado en mí porque ahora ya la mayoría de las veces me basta con haber mejorado algo, aunque sea de forma invisible.

Creo ciertamente que este cambio le ocurre a mucha gente que entra en el modelo de creación colaborativo (uno a muchos), y que la capacidad para operar este cambio es clave para el éxito de este modelo.

Más o menos.



Reconocimiento y narcisimo (4.50 / 4) (#4)
por atopos a las Mon Jun 21st, 2004 at 07:24:29 PM CET
(Información Usuario) http://los-pajaros-de-hogano.blogspot.com

Esperar reconocimiento no es nada malo. Todo lo contrario, es una necesidad, y probablemente el sustento de toda vida social. ¿Qué sería de nosotros sin reconocimiento, en cualquier terreno (profesional, existencial, amoroso, etc.)? Filósofos, sociólogos o psicólogos han recalcado esto hasta la saciedad.

En el modelo cooperativo, el reconocimiento es una parte importante. Particularmente, el reconocimiento entre iguales. Aunque el número de colaboradores sea muy grande, nadie se siente anónimo, cada uno aporta lo suyo, y cada uno es respetado y valorado en la medida de su aportación. Incluso aportaciones aparentemente insignificantes son muy valiosas en el conjunto. Y los que llevan la mayor parte de responsabilidad en un proyecto, saben valorarlo. Por ejemplo, un simple informe de error en un programa puede evitar muchos inútiles quebraderos de cabeza y perdidas tontas de tiempo.

Por el contrario, el reconocimiento que espera quien pretende la genialidad es espurio, porque no busca sólo (o ni siquiera) el respeto y valoración de los iguales, sino más bien la distinción absoluta que lo eleve por encima del resto de los "mortales". La actitud del que pretende ser genio ---lo sea o no, que eso es otro cantar--- no es la de quien busca el reconocimiento, sino la de quien quiere convertir al otro en espejo de su propia megalomaníaca egolatría. Con ello consigue dos cosas: primero, despreciar al otro, que se convierte en un mero observador pasivo de su supuesta genialidad, cuando no en un puro adulador, y que, por tanto, subraya, su grandeza; y segundo, aislarse de una verdadera confrontación tú a tú con el otro, y, en consecuencia, permanecer incólume en su solipsismo narcisista.

El problema es que este comportamiento, evidentemente neurótico, se ha convertido en un tópico de nuestras sociedades competitivas e individualistas. Y como tal es un papel que se representa cotidianamente y al que, tácitamente, nos vemos en ocasiones forzados.

El cambio del que hablas al final de tu comentario es ---en mi opinión--- una testimonio de madurez y de autonomía respecto de las tendencias patológicas de la vida social. Es simplemente el aprendizaje de lo que es verdadero reconocimiento y de lo que es el placer por las cosas que valen (y no el placer fútil de la autocomplacencia).

El hecho de que muchas personas muy inteligentes, quizá geniales, hayan sufrido un cambio semejante puede ser un buen antídoto frente a las tendencias narcisistas y destructivas que subrepticiamente imperan.

Cuánto mejor la genialidad productiva y compartida que la pueril autocontemplación en un espejo creado a imagen y semejanza del contemplador. Así es que esperemos que los Narcisos todos de este mundo se vayan a su Olimpo particular y nos dejen al resto de los "mortales" seguir felizmente con nuestras tareas, que la vida no es infinita y hay mucho trabajo por hacer como para andar perdiendo el tiempo adulando a quien ya no es otra cosa que ensimismada adoración de sí mismo.

[ Padre ]


 

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