La mayoría de nosotros, yo al menos, soñamos con el día en el que haya
un Linux en cada ordenador. Si no un Linux, un sistema operativo libre,
o cuando menos, un sistema operativo que no sea de una multinacional con
el PIB de un país pequeño. Queremos un Linux porque consideramos que un
ordenador es un instrumento básico en la vida diaria actual, como una
televisión o una lavadora, algo a lo que todo el mundo debería tener
acceso. El problema es que, hoy por hoy, para utilizar un ordenador hay
que pagar dinero. Para la mayor parte de los usuarios, usar un ordenador
para lo más básico implica pasar por caja. Y eso, al menos a mí, me
apena. Por eso quiero un sistema libre en cada ordenador. Quiero que la
gente tenga acceso a la tecnología sin tener que pagar más que por la
máquina. Eso existe ya y se llama Linux, o software libre, o como se
quiera llamar, pero no es una realidad porque la gente no hace el
esfuerzo.
Uno de los comentarios, de los pocos que iban bien enfocados el
otro día, hacía referencia a la famosa analogía del usuario del coche. En
cierto modo, a todos nos da igual cómo funcione un coche; lo único que
queremos es que nos lleve de aquí para allá y punto. Cómo funcione la
inyección o cuántos cilindros compriman a la vez nos trae sin cuidado.
Igual con los ordenadores, ¿no? Pues sí, exactamente igual.
Cuando uno se sube a un coche sabe que tiene que reglarse los
retrovisores, sabe que debe ponerse el cinturón de seguridad; tiene tres
pedales y sabe para qué sirve cada uno. Los maneja con soltura y
habilidad porque en su momento siguió un curso, bastante caro y
laborioso, gracias al cual ha adquirido la destreza necesaria para
manejar el coche. Y si sabe interpretar las señales de tráfico, es
porque se empolló un libro de muchas páginas y bastante complicado, en
el que se explicaba todo con pelos y señales: cuando la línea es
continua no se puede adelantar, cuando es a trazos sí, ojo al badén,
animales sueltos, etc...
Un coche es algo que se utiliza a diario, una cosa que todo el mundo
necesita y de la que tiene derecho a disfrutar, pero uno ha tenido que pasar
una formación larga y penosa hasta obtener la habilidad, la destreza y
el conocimiento necesarios para poderlo hacer. Uno no coge un coche y
conduce y punto. Y ese es al nivel al que me parece a mí correcta la
analogía.
Como indicaba antes, un ordenador es también un instrumento de
primera necesidad, como un coche o más, y es una máquina compleja hasta
en sus aspectos más simples. La mayoría de usuarios de ordenadores no
saben ni siquiera dónde va cada cable. Es algo que no tiene la más
mínima dificultad, ya que es difícil incluso equivocarse siendo que sólo
hay un conector para cable en el 95% de las ocasiones. Ya que estamos
echando porcentajes, aseguraría que 9 de cada 10 usuarios de un
ordenador ha recurrido a una amistad para que le conecte los cables en
la parte de atrás de la carcasa, y como relata el Pringao-Howto con gran
acierto, ni siquiera prestan atención cuando acudes a hacer el favor.
Cuando compran el vídeo leen el manual para saber cómo
programarlo, cuando compran el DVD leen el manual para saber cómo
hacerlo funcionar, cuando... ¿Por qué el ordenador tiene que hacer cosas
que el usuario ni siquiera sabe que existen?
Otro punto caliente de la anterior discusión es si los usuarios de
Windows son tontos y los de Linux (yo entre ellos) son listos. Me parece
infantil que en un lugar como este todavía andemos así, y me da pena que
no se pueda escribir recurriendo al sarcasmo porque enseguida saltan
ampollas. La única
distinción que yo creo que se puede hacer entre unos y otros es que a
los últimos les gustan los ordenadores y cacharrear con ellos, mientras
que los primeros no tienen tiempo o ganas. No me considero un ser
superior ni nada por el estilo por usar Linux, de hecho voy más bien
justito de mollera, aunque algunos me concedan cierto crédito por aquí y
bien agradecido que les estoy. Por el otro foro, conozco gente que sabe
mucho de ordenadores y usa Windows, pero convendrá la audiencia que todo
aquel que gusta cacharrear con bits se pasa a la GPL por razones que no
creo que haga falta explicar aquí.
Mi padre es un buen ejemplo de usuario raso de Windows. Digo Windows
como me gustaría nombrar cualquier otro sistema operativo, pero es que
no hay otro. Tenemos Mac, un curioso cruce entre la facilidad de uso de
Windows y la incomprensión que sufre Linux. Así que, como no existe otra
alternativa al alcance del usuario raso, mi padre tiene que pagar para
utilizar un ordenador, como la mayoría de la población. Otra cosa es que
lo hagan, ahí ya no entro.
Mi padre disfruta navegando por internet, manda sus mensajes, hace
verdaderas virguerías con el Excel, y así hasta donde quieran ustedes
seguir. Eso sí, el día que me vaya de casa, a mi padre se le ha acabado
la "XXI Century Experience". El día que se deje un diskette en la
disketera, el ordenador no arrancará y él no lo sabrá solucionar. ¿Por
qué? Porque no ha prestado atención las 5 veces que ya ha sucedido. No
le pido un máster, le pido un poco de interés, le pido que sepa
cambiarle el cartucho a la impresora, le pido que sepa instalar los
drivers del módem. Conclusión: mi padre no debería usar el ordenador,
igual que no usa el vídeo porque no se ha leído las instrucciones y no
sabe ponerlo a grabar, o igual que no cocina con la Termomix(tm) porque
no ha tenido a bien leerse el manual. Sin embargo, mi padre no le pide
a la Termomix(tm) que le haga un puré de patatas, pero bien que exige
que una máquina infinitamente más complicada le lleve a una página de
internet. ¿Por qué sucede esto?
Ahora llegamos al meollo de la cuestión. Si mi padre, como el "Homer"
de todas las casas, en representación del usuario medio, es tierra
estéril para un sistema operativo tan presuntamente sencillo, ¿qué
esperanzas tiene Linux de arraigar en él? No hablo ya de un sistema
operativo en concreto, sino de un ordenador, de la máquina en sí. Un
usuario que sea capaz de instalar Windows es capaz de instalar una de
las últimas distribuciones de Linux con los ojos cerrados. Linux ya no
es más difícil que Windows. El problema es que los usuarios rasos no
instalan nada. Como bien apuntaba el Sinner en otro de los pocos
comentarios acertados, que al final y tras tanto revuelo los hubo, la
gente usa en casa lo que se encuentra por ahí. Si a uno le ponen el
Outlook en el trabajo (por decir algo) será el Outlook lo que quiera en
casa. Lógicamente uno se acomoda rápidamente a lo que le enseñan, por
complicado que sea, y luego cambiar representa todo un mundo.
Y ahí es donde entra la labor de la educación, de la promoción en las
escuelas, de la promoción en las administraciones. Pero para eso hace
falta gente preparada, pero no por Microsoft. Aquí es donde entra
Hispalinux, donde entra escomposlinux, donde entran los que leen
Libertonia y donde entran los que, como yo, pensamos que utilizar un
ordenador debería ser un derecho gratuito. Yo, por mi parte, además
pienso que saber cómo funciona un ordenador es una obligación. Lo que
corra encima ya es secundario, pero cada cable en su sitio.
En mi opinión, el Sinner dio en el clavo cuando dijo que la gente
está a lo que le echen, y de eso debemos aprovecharnos. En cada
ordenador de un funcionario, un Linux (un ojo mirando a Extremadura). En
cada bibliteca, todo Linuxes. En clase, más Linux. Al usuario raso le da
completamente igual lo que utilice. Usará lo que le den, y si encima es
gratis, miel sobre hojuelas. Sólo falta que los fabricantes nos lo
pongan un poco más fácil para que la próxima vez que mi padre encienda
el ordenador, navegue desde Linux. Mientras pueda leer sus páginas, le
dará igual lo que vaya por debajo. Y así todo. En ese sentido creo que
Hispalinux tiene mucho que decir y que todos deberíamos hacer fuerza desde esa
inmejorable posición de privilego que la asociación nos concede.
Pues sí, yo quiero un Linux en cada ordendor. Quiero que mi padre use Linux. ¿Cómo lo hacemos?