Cierto, la libertad y, por ello, la libertad de elegir constituye una característica señalada del movimiento Linux.
Pero esta libertad es garantizada por una comunidad que ha proporcionado sus bases y el campo de sus posibilidades.
El ejercicio de la libertad dentro de una comunidad siempre es algo difícil, sobre todo cuando esa comunidad tiene por su propia naturaleza fundacional el deber inexcusable de preservar la libertad de todos sus miembros y a la vez la necesidad, igualmente imperiosa, de la mutua cooperación.
A mi modo de ver la única vía para que la relación entre libertad individual y trabajo común sea fluida se encuentra en la asunción del principio de la racionalidad y del respeto al otro.
Es decir, hemos de aceptar la diferencia del otro, respetar sus elecciones, pero a la vez tenemos que exigir tanto de nosotros mismos como del resto de nuestros colegas el mayor esfuerzo posible para que nuestras decisiones, en la medida que aspiren a ser compartidas, no sean veleidades o manías injustificadas.
Naturalmente no todo lo que hacemos tiene porque estar justificado. Hay situaciones que permiten distintas soluciones todas ellas igualmente válidas. Ellas pertenecen al ámbito de lo estrictamente privado (por ejemplo, el que me guste más un chuletón en su punto o un poco pasado). Estos temas no interesan a la comunidad. Son los otros, los que son susceptibles de ser compartidos y, por tanto, de ser justificados y de ser objeto de un debate racional, los que están sujetos a la discusión.
El problema está en que, como no somos perfectos, confundimos una cosa con otra o, simplemente, no hacemos el esfuerzo necesario para comunicar racionalmente nuestra opinión y abrirla así al intercambio serio con el otro.
Hay mucho narcisismo, mucho de "esto que yo he elegido es bueno porque lo he elegido yo". Y se pierde demasiado tiempo intentando razonar con quien no tiene ninguna intención de hacerlo. En estos casos, lo mejor es no entrar al trapo. No sólo porque uno acaba amargado, sino porque además acaba uno contagiándose de la irracionalidad que impera. Y eso es triste, inútil y, a la larga, peligroso.
Pero también hay seriedad y deseo auténtico de aprender, de avanzar en el conocimiento. Concentrémonos solo ahí, donde hay verdadera intención de comunicación, donde hay respeto y donde hay libertad, libertad responsable y no mero capricho.
En el mundo del SL, como en todos, nos encontramos con los dos tipos de persona. Pero el SL ha demostrado que al final es posible unir la libertad con la racionalidad y el respeto al individuo con la cooperación. Sinceramente, creo que Libertonia es, casi siempre, un magnífico ejemplo de ello.
Todo lo demás es ruido. Pero el ruido desaparece si no tiene eco. Olvidémoslo, aunque a veces ---lo reconozco--- sea díficil contener la mala leche;)
[ Padre ]
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