Por su parte, IAN MURDOCK, fundador de Debian, una de las comunidades
hacker más antiguas y prestigiosas del mundo del software libre se
expresaba así en un artículo reciente:
"A menudo la gente me pregunta cuál es, desde mi punto de vista, la
contribución más importante de Debian al mundo. Creo que es la
decisión de adoptar un modelo de desarrollo basado en la comunidad
[community-based development model]. Hasta donde yo sé, esta decisión
señala el primer momento en que un proyecto se propone,
intencionadamente, para ser desarrollado por la comunidad que lo
usa. He aquí el componente central y crítico del movimiento de
software de fuente abierta. Después de todo, si del
software de fuente abierta se eliminase la comunidad, quedaría sólo eso, mero
software. Debian mostró, de múltiples formas, que el 'modelo de
desarrollo Linux' ---así es como entonces lo denominábamos--- podría
igualmente funcionar en otra clase de proyectos, y esto es lo que constituyó un
significativo avance." [Traducción mía.]
Nadie puede dejar de confirmar que uno de los aspectos característicos
de la actitud del hacker es su capacidad para hacer surgir en torno
suyo comunidades abiertas de mutua y libre colaboración en los asuntos
de su interés. Y por eso, no es, en absoluto, casual que de un número
muy pequeño de hackers relacionados con el mundo de la informática
hayan surgido las grandes comunidades que hoy conocemos y que están
poco a poco transformando la perspectiva toda en este campo. Ello, sin
duda, estaba inscrito en la propia esencia del "hackerismo".
Y, sin embargo, apenas han brotado o prosperado comunidades
semejantes más allá del ámbito de la informática o, siendo muy
benévolos, del de las Ciencias de la Naturaleza---si es que incluimos
como comunidades semejantes casos como el de la Public Library of
Science.
Así pues, hasta donde llega mi conocimiento, puede afirmarse que apenas hay
algo parecido ni de lejos a la aplicación del "modelo de
desarrollo Linux" en ámbitos como el de las Ciencias Humanas o las
artes. La única excepción que conozco, aunque no he tenido tiempo de profundizar en sus implicaciones, es el colectivo Wu Ming, y, en relación con ella, esta propuesta de relato colectivo en castellano. ¿Donde
están el resto de los hackers de la filosofía, de la poesía, de la
música, etc? ¿Donde están las comunidades y los proyectos que esos
supuestos hackers han inaugurado o están emprendiendo?
Naturalmente, hay que desestimar por inverificable la posición de
quien pretendiese resolver el problema con un comodón "ya irán surgiendo
algún día tales comunidades".
Tampoco vale aludir a esfuerzos como los que representan ---por citar
algunos conocidos--- el proyecto Gutenberg, la Wikipedia o el
proyecto Mutopia. En todos ellos, se trata fundamentalmente de
recopilación y distribución de conocimiento o cultura ya existente,
pero no de auténtica creación de conocimiento nuevo.
Vistas las cosas así, la única posible salida que encuentro a la
aporía planteada sería postular la existencia de razones específicas
que estuviesen impidiendo o dificultando enormemente el despliegue de
la disposición hacker y el surgimiento de comunidades asociadas a ella
en territorios como los artísticos o los humanísticos. Razones que,
por consiguiente, tendrían que hundir sus raíces en la propia
naturaleza o en la historia de estos ámbitos culturales de creación y
que explicarían la resistencia que en ellos parece subsistir para
adoptar modelos abiertos de creación.
Pienso, en efecto, que estas razones existen. Y me propongo emprender
la reflexión sobre el asunto en un artículo extenso sobre cuyo
contenido estoy empezando a pensar.
¿Qué opináis vosotros sobre el tema?
Creo que es de la máxima urgencia para todos los que nos sentimos
implicados de un modo u otro en el espíritu del software libre, tal
como lo entienden hackers como ERIC RAYMOND, IAN MURDOCK y tantos otros, y muy
especialmente, para aquellos de entre nosotros que por nuestra
formación o dedicación podemos considerarnos "expertos" en algún ámbito
de las Ciencias Humanas o de la artes, reflexionar seriamente sobre
este problema o problemas emparentados, y buscar, luego, soluciones
concretas a ellos. De no ser así el futuro de una "cultura abierta"
puede quedar lamentablemente limitado a una región específica, y, en
consecuencia, permanentemente amenazado por las corporaciones
dominantes en las otras ramas de la actividad cultural. Sería una
lástima desperdiciar la oportunidad que el "modelo Linux de
desarrollo" supone para cualquier productor de cultura, y que todo se
quedase, al cabo, en poco más que mero software.