Acabo de llegar del Congreso Hispalinux, y más concretamente del bar mostoleño donde los del GUL hemos celebrado su final mientras los demás hacíais lo que tú has comentado que hace el Parlamento Europeo, pero en la Asamblea de Hispalinux, así que no creo que pueda explicarme correctamente (y a buen entendedor, malas palabras bastan), pero a ver qué puedo hacer (si veis que no lo consigo, hay algún otro libertoniano jurista que seguro que os puede ayudar más y mejor, y no quiero mirar a nadie, advocatux):
Lo que comentas es perfectamente correcto para cuando se crearon las Comunidades Europeas, pero cuando tal, ni habíamos nacido ninguno, ni nos importaba un pimiento porque éramos autárquicos y tal; hablo de los años 50. Poco a poco, y como medida para lograr la implicación del pueblo europeo (signifique eso lo que signifique), el Parlamento Europeo ha ido ganando poder poquito a poco. Paso a explicar (muy brevemente) la situación hoy día.
Existen básicamente tres (hay alguno más pero bastante marginal) procedimientos de adopción de normas, con variable participación de las tres instituciones: Parlamento (que se elige por sufragio universal cada 5 añitos), Consejo (representación gubernamental, lo compone un miembro de cada Estado según el tema; ministros de economía, de agricultura, jefes de gobierno para los temas clave, etc.) y Comisión (especie de gobierno europeo, teóricamente de carácter técnico y teóricamente independiente, elegido a pachas entre Consejo y Parlamento). La competencia de cada procedimiento se asigna por criterios materiales, es decir, en los Tratados se viene a decir tal materia es competencia de la comunidad, y se regulará por tal procedimiento. Las materias más ligadas a la soberanía (defensa, política exterior, política monetaria), casualmente, se suelen asignar al procedimiento que da más peso al Consejo, ya que, digamos, los Gobiernos tienen miedo de ceder esas competencias. Para el caso de las patentes se trata del procedimiento de codecisión, que es el que más peso da al Parlamento. Por concretar, las otras dos instituciones no pueden aprobar una norma en contra de la opinión parlamentaria, e incluso (creo, ya hace año y pico que estudié esto y paaaaaaaaso de buscar libros) el Parlamento puede aprobar, con cierta mayoría cualificada que no recuerdo (¿2/3?), normas en contra de la opinión de las otras instituciones. O sea, que si el texto aprobado por el Parlamento (que no he leido) os hace ser optimistas, no os cortéis, hay buenas posibilidades de que se parezca mucho al texto definitivo. Y viceversa.
La Virgen, cómo me enrollo.
Por cierto, que mi articulillo diario sobre el Congreso Hispalinux lo escribiré mañana. Será mejor para todas.
-- Con las cosas que no sé, se podrían escribir 10.000 Enciclopedias Británicas. [ Padre ]
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