En el diario de atopos leímos hace tiempo que quería prescindir de su biblioteca de papel y pasarse al libro electrónico, con escaso éxito hasta el momento. Vale, el LIBRIe de Sony no usa software libre y además trae la protección del infierno: los libros caducan a los seis meses (!?). Pero la tecnología en sí, ¿es la adecuada? Os comento.
El cacharro en sí es un poco más grande que una cuartilla, la pantalla es tamaño A5. Pesará unos 300 gramos, lo que viene a ser equivalente (lo he comprobado) a un libro de pasta blanda tipo best-sellser. Por comparar, mi amado "Rapid Development", de McConnell, pesa 1350 gramos. Así que en principio ganamos.
Es difícil evaluar la usabilidad porque todo está en japonés. Con un par de botones se cambia la ampliación, con otro se selecciona un menú, otros dos permiten pasar páginas; y el resto tendréis que preguntárselo a alguien que conozca el idioma (sin ir más lejos jorginius).
Ahora vamos a la peor parte. Antes de verlo, mi conocimiento del LIBRIe se basaba sobre todo en esta página; a pesar de que ponen el cacharro a parir, sin embargo dicen que la legibilidad es buena. Pues resulta que no es ni con mucho como yo me lo esperaba. La velocidad de refresco es un tanto lamentable: cada vez que se pasa una página la pantalla se pone negra entera, tras un segundo aparecen las letras con errores, y después de otro medio segundo ya salen bien del todo.
¿Por qué tanta historia? La tecnología e-ink funciona más o menos así: cada punto es una burbuja llena de dos tipos de partículas, las blancas con carga positiva (+) y las negras con carga negativa (-). Al aplicar una carga - en la capa de abajo, las partículas blancas bajan y las negras se repelen hacia arriba. Bueno, pues creo que se debe a que cada burbuja tiene un par de electrodos, con lo que: primero hay que resetearlas a negro, luego darles un primer empujón y por fin terminar de convencer a las partículas rebeldes, probablemente a las de la otra mitad de la cápsula.
El resultado final es una espera bastante perceptible, y que corta el rollo un poco. Vale, puede que se tarde más de un segundo en pasar una página; pero si quieres ir diez páginas hacia atrás lo haces de un tirón -- con el aparato éste se tardan 15 segundos, y si no te esperas no sabes si le has dado al botón.
El tamaño A5 se parece a una página de un libro, pero con la resolución de 170 dpi se diría que es bastante menos. Un monitor normal da bastante menos resolución, con la ventaja de que hay más sitio. El aparato da la sensación de ir justito para mostrar el equivalente a una página de libro.
Y lo que más me chocó: yo me imaginaba una superficie blanca con aspecto plástico. Nada de eso; son letras negras sobre fondo gris, como un reloj digital o una agenda Palm. La falta de contraste hace que sea más difícil de leer con luz artificial -- así aprende uno a apreciar que los libros se hagan con papel blanco. A mí no me convence eso de que se pueda leer a la luz del sol. En condiciones normales (o sea, todas menos debajo del solano) prefiero un libro.
Supongo que el formato electrónico debe tener otras ventajas, difíciles de apreciar si no entiendes japonés. Por ejemplo, muchas veces viene bien poder buscar una palabra clave en el libro; en los novelones decimonónicos se te olvidan los nombres de los personajes y tienes que estar volviendo atrás al azar. En el escaso tiempo que tuve para echarle un vistazo no conseguí encontrar la función correspondiente, y creo que ni aunque me lo hubieran prestado una semana.
Este formato también tiene sus inconvenientes. Eso de que caduquen los libros es una birria, sobre todo para manuales técnicos (que sería un uso bastante lógico para semejante aparato). Total, que no está muy claro a qué público va dirigido el bicho éste, supongo que a gente con mucha pasta y poco en qué gastarla, pero no creo que sea ni atopos ni ninguna persona normal. Lo siento, atopos, pero habrá que seguir buscando.