Comparto la opinión del articulista comentado, y la de los que aquí han escrito hasta ahora: libertad (de modificación, distribución, etc.) vs. software propietario (con independencia del coste de éste).
Es cierto que ahí es donde la empresa puede hallar la más importante de las ventajas; y también el usuario experto (alguien que realmente puede de hecho, antes o después, entender y modificar el código).
Pero pongámonos por un momento en el caso de un usuario de escritorio (no olvidemos que una parte central del nicho de demanda de la mayor empresa de software propietario está aquí).
El usuario tipo no es un geek, ni lo va a ser nunca. Su ideal es que el ordenador (hardware y software) sea algo completamente transparente, igual que su televisor. Lo tiene para lo que lo tiene, cualquier situación que le fuerce a prestar atención, aunque sea mínima, a las entrañas del aparato y sus programas le resultará molesta y fastidiosa. La tía Tillie es, por lo demás, reacia a aprender a manejar un nuevo software (y, desgraciadamente, ella ---ésta es la fuerza del monopolio--- entró en la informática a través de Windows).
Si la tía Tillie vive en el primer mundo y necesita realmente un ordenador dudo que no esté dispuesta a gastar su dinero en un aparato de última generación y un software propietario. Y es probable que el aliciente de la gratuidad vaya desapareciendo con el tiempo ---como sugiere el articulista.
¿Qué puede ofrecer entonces el SL a la tía Tillie, que no obtenga ya con Windows (un Windows mejorado, como lo está siendo ya ---creo---, con cada vez menos pantallas azules, que en el fondo tampoco le importaron demasiado a nuestra querida tía ---seamos sinceros)?
A mí se me ocurren las siguientes posibilidades (y no son mutamente excluyentes):
- La "filosofía". Quizá haya más gente "normal" de la que creemos, más incluso que entre geeks y hackers, para la cual la idea de la "libertad" en sí misma pueda ser un aliciente suficiente, al menos para aventurarse en un nuevo camino. No menospreciemos este lado (el lado que tanto proclaman R. Stallman y sus seguidores).
- La calidad. Es evidente que si la calidad del SL fuese visiblemente (de cara al usuario) superior en cuanto a prestaciones a la de cualquier software propietario, más de uno se lo pensaría. Sabemos que en algunos aspectos lo es ya, en otros no tanto. Aquí queda todavía mucho por hacer.
- La variedad. Imaginad que el SL dispusiera de todas las alternativas de que dispone el software propietario, y unas cuantas más (inéditas en éste último), fruto de nuevos conceptos y nuevos planteamientos ---a veces se echa de menos esto en el mundo del software (libre y propietario). ¿Quién duda que, entonces, lograríamos más usuarios?
- El software a medida. De esto he oído poco ---más bien, nada---. pero ¿por qué no pensar en software "a medida", no sólo para la empresa, sino también para la tía Tillie? Existen aquí posibilidades de expansión aún inexploradas que el SL permitiría ---como se sabe--- sin ningún problema.
- La consola. Sí, sí, habéis oído bien. No hace mucho leí ---por desgracia he olvidado el vínculo--- que muchos neófitos informáticos de cierta edad y cultura sentían mucho más amigable la consola (en el fondo un diálogo con el ordenador) que las ventanas y los iconos, donde se perdían (no todos los usuarios son niños nacidos en la era del mundo de la imagen). Y, aquí, ya se sabe los *nix son los reyes. Eso sí, falta que nos hablen en todos los idiomas.
En fin, mucho queda por hacer y mucho por pensar, más allá de las simplicaciones burdas que el articulista citado ataca, con toda la razón.
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