También yo me cuento entre los usuarios "pasivos" de Hispalinux. Soy socio desde hace poco y estaba encantado con la idea de poder engrosar la lista ya grande de sus asociados.
No es, en absoluto, baladí que el número de socios (activos o no) de Hispalinux sea el que es. Ya conocemos la importancia que el número puede tener en ciertos ámbitos.
El anuncio de dimisión de la directiva es, desde luego, una mala noticia. Es triste que gente que ha trabajado duro por la asociación tenga que llegar a tomar esta decisión. Que se hayan sentido solos es más triste aún (y yo asumo en la medida que soy socio "pasivo" la parte que me corresponde de responsabilidad). Sea cual sea la estimación que se haga del trabajo realizado, nadie puede poner en tela de juicio ---a mi modo de ver--- el esfuerzo y los resultados obtenidos.
Estoy de acuerdo contigo en que el trabajo de base de las personas implicadas en un cierto ámbito se realiza normalmente a nivel local y las asociaciones de mayor alcance suelen canalizar estas actividades de formas diversas, por ejemplo, siguiendo un modelo de confederación como el que apuntas.
Sin embargo, en este caso concreto no veo imposible la colaboración "a distancia", que para eso existe Internet. Hay ya una infraestructura creada y es seguro que con el tiempo se verá fortalecida.
El problema ---a mi entender--- reside en los individuos. Me explico ---y parto de mis propias experiencias como miembro o ex-miembro de otras asociaciones.
Aceptemos de entrada, como postulado inicial, la necesidad de las asociaciones: es algo inexcusable si se quiere tener alguna repercusión en ámbitos como la Administración.
Ahora bien, creo que es igualmente inevitable asumir que el porcentaje de miembros activos va a ser siempre muy pequeño. A no ser que se deje absolutamente claro desde el principio que todo miembro debe asumir unas responsabilidades y hacerse cargo de unas tareas. En este último caso, la hipotética asociación quizá nunca se formara y, en caso de formarse, contaría con un número insignificante de socios (y perdería entonces una de sus mejores bazas, el número, como dije antes).
Vistas las cosas así, aquel que se responsabiliza de llevar el timón, con toda la gigantesca carga de trabajo que eso puede suponer, tiene que aceptar que, aún representando a muchos, lo hará en compañía de pocos y siendo de continuo el punto de mira de críticas y objeciones (porque criticar es ---como se sabe--- muy fácil). Tiene, por tanto, que asumir no sólo muchas y complejas tareas, sino también, una importante porción de soledad e incomprensión
Es, pues, un enorme voluntarismo el que puede llevarle a arrostrar semejantes condiciones. Y cualquiera que ha trabajado en la sombra ---y sin otro ánimo que el de llevar a cabo aquello en lo que creía--- conoce lo difícil que puede llegar a ser todo esto.
Ojalá que nuestros actuales representantes de Hispalinux encuentren de nuevo las fuerzas para continuar ---como directiva o en otros terrenos--- su trabajo incansable por el SL. Y que los que vengan sean capaces de sobrellevar las condiciones inherentes a su función.
Pensar de otro modo, creer en una participación directa y masiva en el desenvolvimiento de una asociación, es ---desde mi punto de vista--- una ingenuidad en la que no debemos caer. Pero tampoco hay que olvidar que, a veces, un puñado de personas ---antes unas, ahora y después otras--- es capaz de mover montañas.
Quiero expresar, para terminar, ---si se me permite como socio "pasivo"--- mi mas sincero agradecimiento por el trabajo que ha realizado la directiva de Hispalinux que ahora dimite. Y, mientras no se demuestre fehacientemente lo contrario, son para mí dignos de todo elogio.
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