el marco legal
La normativa europea que se está tramitando desde hace unos años intenta "homogeneizar" la legislación existente en la Unión Europea. Ahora mismo el software es patentable en Gran Bretaña y algunos otros estados; de hecho la Oficina Europea de Patentes lleva un tiempo concediendo patentes, pero que no son válidas en la mayoría de los países. Desde los órganos de gobierno europeos se intentó desde un principio crear un marco común, aunque desde principios contrapuestos: la Comisión como órgano ejecutivo pretendía darles validez legal, mientras que el Parlamento Europeo como rama legislativa no lo tenía tan claro.
El proceso de co-decisión obliga a ambas partes a refinar un texto común hasta que se ponen de acuerdo. Desde fuera parece un juego de ping-pong, sobre todo por las continuas reformas que hacen que la propuesta cambie de sentido a cada paso. Así que, ¿vale la pena implicarse en él o incluso seguirlo?
ataque o defensa
A menudo se expresan los motivos por los que hay que rechazar las patentes de software; rara vez se cuenta por qué algunas empresas quieren que se respalde su uso.
De hecho, no está muy claro el beneficio ni siquiera para grandes empresas. Recordemos cómo Microsoft perdió $500M (500 millones de dólares) en una demanda de la empresa Eolas por el uso de controles integrados en el navegador. La reacción normal de una multinacional al ser demandada por una empresa de desarrollo es denunciarla a su vez por violación de sus patentes; el asunto suele terminar en un acuerdo cruzado de licencia de patentes. Pero la nueva generación de demandantes consiste en empresas puramente dedicadas al litigio: compran patentes a desarrolladores o incluso registran las suyas propias, pero sin cometer el error de comercializar ningún producto. Así evitan ser blanco de contra-demandas.
Así pues, ¿por qué las grandes corporaciones mantienen su interés por patentar software? Respuesta: porque lo que pierden ante la extorsión de las litigadoras es morralla comparado con lo que sacan.
ofreciendo protección
En los años 80 Marshall Phelps, vicepresidente de IBM, convenció a la empresa de que comenzara a amasar una cartera de patentes, en principio con propósitos defensivos. Parece que las buenas intenciones no duraron demasiado. En esta escalofriante historia, un abogado que trabajó para Sun cuenta cómo el departamento legal de IBM se les acercó con una demanda de dinero por usar 7 de sus patentes de software. Cuando el equipo de Sun terminó de rebatir una a una las patentes, demostrando que no las usaban y además su validez era dudosa, el que parecía abogado principal de IBM declaró:
"Vale, puede que no infrinjan estas siete patentes. Pero tenemos 10.000 patentes registradas. ¿Quieren que volvamos a la sede de IBM y busquemos siete que estén ustedes infringiendo? ¿O prefieren tomar la vía fácil y pagarnos 20 millones de dólares?"
Ante esta táctica digna de la familia Corleone, sólo queda apretar los dientes, pagar e intentar a tu vez acumular patentes de software. IBM saca $1000M al año de su cartera de patentes; tras leer esta historia nos queda poca duda de su modus operandi, y de que la pérdida ocasional contra una compañía litigadora no es tan importante.
el coste de los negocios
En 2003 Microsoft contrató a Phelps, e inmediatamente comenzó a amasar patentes a gran escala. Otras empresas están amasando también un gran número de patentes: Sun (bien aprendida la lección), Red Hat, Oracle, Adobe... Todas, lógicamente, querrán su parte para "rentabilizar la inversión en tecnología".
El resultado final es que el coste de montar una empresa de software se incrementa con un conjunto acumulativo de impuestos revolucionarios que pagar a las distintas grandes corporaciones; éstas sólo tienen que pasarse a recolectar de vez en cuando. Un plan de negocio de nuevas tecnologías en Estados Unidos puede reservar hasta un 20% para gastos legales. Por muy emprendedor que se sea, no todo el mundo con ganas de gastarse un millón de euros puede permitirse dedicar doscientos mil a tarifas varias.
Otra técnica, que hasta ahora no se ha usado pero que es perfectamente posible, es la eliminación de competencia (particularmente de software libre) mediante el uso de patentes. El software es un negocio particularmente intangible: cuesta casi lo mismo desarrollar un producto poco usado que uno exitoso, pero el último recaudará órdenes de magnitud más dinero -- generando hasta un 90% de beneficios. Pero el auge del software libre ha reducido el margen de muchas empresas de software, que ven cómo productos equivalentes son distribuidos con coste cero. Puestos entre la espada y la pared, ¿podría Oracle permitirse no demandar una licencia por cada copia de MySQL en uso, si estuviera en su mano? No, por ahora no van a venir a mi casa o a la tuya, pero hay muchas empresas a las que llamar.
régimen intelectual
Pero no seamos inocentes; detrás de las patentes de software hay algo más. En este ensayo de Stallman, se aboga una vez más por abolir el término "propiedad intelectual", ya que abarca patentes, copyrights y marcas registradas; y son cosas tan dispares que cualquier conclusión que se saque será por fuerza errónea. Es decir, lo que vale para las patentes no vale para los derechos de copia, y así sucesivamente.
En nuestra modesta opinión, Stallman falla, pero por quedarse corto. Hay muchas otras cosas que pueden meterse en el saco sin fondo de la "propiedad intelectual": secretos industriales, recursos humanos, y en los últimos tiempos, sistemas anti-copia. Echad un vistazo a la grandiosa charla de Cory Doctorow, donde entre otras muchas cosas interesantes se dice lo siguiente:
Dmitry Sklyarov es un programador ruso que dio una charla en una conferencia de hackers en Las Vegas, sobre los fallos que tiene la protección de los e-book de Adobe. El FBI lo metió en la trena durante 30 días. Tras confesar y prometer colaborar se volvió a Rusia, y el Ministerio del Interior ruso no tardó en avisar a sus investigadores de que evitaran las conferencias estadounidenses; según parece, nos hemos vuelto ese tipo de país donde hay ecuaciones que son ilegales.
¿Qué viene tras las patentes de software? La WIPO o World Intellectual Property Organization [Organización Mundial de la Propiedad Intelectual] tiene el poder de "negociar" con los distintos países el régimen de derechos a pagar por patentes, copyrights y marcas registradas. Sería bastante cómodo para las empresas norteamericanas y europeas no tener que registrar sus patentes en un país tras otro para luego cobrar los royalties correspondientes. La mejor forma de resolver este asunto es un acuerdo cruzado de patentes, copyrights y marcas registradas, quizás a cambio de una bajada de tarifas sobre el producto estrella de cada país en el comercio internacional; así, el dirigente de turno se lleva la medalla por su talante negociador, mientras la industria local (probablemente en ciernes) queda hipotecada por los tiempos venideros por el aluvión de derechos que tendrá que pagar en cuanto levante la cabeza.
Es un sueño muy viejo. En los tiempos decadentes del Imperio Romano, el pueblo de la ciudad de Roma recibía dinero y diversión sin necesidad de trabajar, el famoso panis et circenses [pan y circo]; los emperadores gastaban a lo grande para atraerse el favor popular. La promesa subyacente a los ciudadanos del mundo desarrollado es que algún día podremos vivir de nuestro "trabajo intelectual" y cobrar rentas al resto de habitantes del planeta. Si no todos, por lo menos algunos. Como en los viejos tiempos: el resto de las Provincias del Imperio trabajarán para nosotros y nos proveerán de todo tipo de mercancías. Sin embargo, hay unas cuantas vallas que saltar todavía.
el materialismo inmaterial
Hollywood quiere distribuir sus películas en todo el mundo al ritmo que más le convenga; se divide el mundo en "zonas" de reproducción para controlar la distribución. Quien quiera distribuir un programa reproductor de DVDs tiene que pasar por el aro; no importa que un chaval de 16 años sea capaz de saltarse la protección, para eso están los tribunales. Mattel quiere distribuir un programa censor de páginas web, pero el algoritmo usado para almacenar las páginas filtradas es débil; cuando un par de estudiantes publican la forma de saber si una dirección web está bloqueada, se les denuncia y listo. El derecho a investigar las cosas por dentro (a realizar "ingeniería inversa") y publicar los resultados no ha llegado nunca a estar reconocido legalmente; ahora estamos perdiéndolo por la puerta trasera.
No nos engañemos; las patentes de software son sólo un paso en la carrera hacia la monetarización del conocimiento. De ahí que el término "propiedad intelectual" tenga su propio sentido perverso; de ahí que haya que promover su uso (que es su abuso) desde ciertas instancias. Sin embargo, las diferencias con la propiedad tangible, con la propiedad de verdad, son demasiado grandes como para que cuele.
Aunque pueda parecerlo en un sentido trivial, la "propiedad intelectual" no es compatible con el capitalismo en ninguna de sus formas. Este sistema se basa en el libre intercambio de mercancías; el Régimen Intelectual está fundado en la limitación del conocimiento, la copia y la distribución; en el monopolio sobre ideas y expresiones de las mismas; en definitiva, en la restricción y no en el comercio.
No cabe duda de que la Comisión Europea (y, en gran medida, el Parlamento Europeo) ignora las consecuencias que acarrearía la patentabilidad del software, desde los ataques al software libre hasta la extorsión masiva resultante. Pero el trasfondo ideológico (poseer, comprar o vender una idea) debe resultar atractivo, aunque sea de forma mórbida. Hay que resaltar que esta forma de pensar, junto con la tendencia contraria de que el conocimiento y por tanto el software deben ser libres, forman una pareja de acción y reacción. La actitud en esta batalla puede inclinar la balanza en un sentido o en otro, y nuestro esfuerzo puede ser decisivo.