Así pues, como íbamos diciendo, en los tiempos que los dinosaurios de 8 bits dominaban la tierra apareció un nuevo depredador, de 16 bits, que los hizo sucumbir. Tras lo cual, la nueva especie paso a disfrutar de un breve reinado.
No tan breve, ya que a mi me dio tiempo para realizar mi primera "migración": del ZX Spectrum+ al Amstrad PC 1512DD. Y con ello entre en contacto con la gran bestia y su producto estrella en aquellos tiempos: Ms-DOS 3.2.
La bestia fue evolucionando, sobre todo al establecer la relación de simbiosis con Ms-Windows 3.x. Aumentó la multitarea: antes sólo podías imprimir y mientras tanto hacerte una paja y a partir de ese momento con la mano libre además podías jugar al buscaminas. Además añadía dibujitos al invento.
La siguiente revolución sucedió, por lo menos para mi, a lo largo de 1995: por fin había una multitarea real y absoluta, empleaba todos los bits de mi 386, no tenía que pelearme con diferentes tipos de memorias sino que había una única y lineal, y tenía un sistema gráfico impresionante. Había descubierto Slackare Linux 2.2.
Iban saliendo nuevas versiones, pero siempre tenía el mismo problema: instalar programas era un infierno. Instalabas un programa y no funcionaba, después descubrías en la documentación que antes tenías que tener instalado tal programa o tal librería, con lo que volvías a empezar. Así hasta que en las navidades de 1997 llego la revolución que solucionaba todos nuestros problemas: Redhat Linux 5.0 y sus paquetes rpm. En realidad los rpm ya existían desde la Redhat 2.0 de 1995, pero yo no me había enterado, y no logré hacerme con ninguna Redhat operativa hasta la versión 5.0.
Curiosamente hubo una nueva revolución, la revolución del escritorio: apareció KDE. El KDE 1.0 molaba un huevo, pero tenía unos pequeños problemas insignificantes: no venía en la Redhat, con lo que debías buscarte los rpm por ahí y no había manera de integrar el Netscape Communicator 4.x y el StarOffice 4.0. Si que podías poner bonitos iconos en el escritorio para llamarlos, y asociar los documentos a las dos aplicaciones respectivas, pero era virtualmente imposible "copiar y pegar" o "arrastrar y soltar" entre dichas dos aplicaciones y cualquier cosa de KDE. Y no parecía que con cada nueva versión de KDE se acercase a una solución aceptable excepto parches en forma de applets para el panel. Y tras descubrir que eso GNOME lo tenía solucionado, y que venía de serie en la Redhat Linux 6.0, acabé abandonando KDE y me mantuve en Redhat hasta la versión 9.0.
Las dos últimas versiones de Redhat, la 8.0 y la 9.0, tenían un "no se qué" que no me gustaba. Aparte del Bluecurve, por supuesto. Así, que sin saber muy bien porque, empecé a buscar alternativas. Probé en el trabajo las Mandrake 8.x, pero no me acababan de convencer: las encontraba infantiles con esos Tux alzando los brazos o abatidos según los servicios arrancasen o no, pero afortunadamente, con las versiones 9.x los chicos de Mandrake lograron superar la adolescencia y darle un aspecto cuidado y serio a la distribución... y además funcionaba bastante bien, y sobre todo: urpmi.
Así he llegado a Mandrake, y hasta ahora bastante feliz, pero últimamente ya no tanto. Todo empezó con mi mini servidor casero, en el que Mandrake quiso entrar (con calzador) pero no funcionar correctamente. Primero intenté instalar Debian: me gané unas broncas. Después intenté instalar FreeBSD: y volví a ganarme duras críticas. Finalmente instalé Fedora, y a pesar de obtener más críticas, va perfectamente (hasta día de hoy, por lo menos).
La cosa a empeorado con el cambio de política de publicación de Mandrake (¿realmente hace falta que ponga algún enlace sobre esto?), y eso que poco tiempo después de actualizarme a la Mandrake 10.1 decidí que en cuanto saliese la 10.2 me haría miembro del club para bajarme la versión "PowerPack" sin usar el mldonkey, o en todo caso, usandolo como cliente de bittorrent. Eso porque los drivers de ATI comerciales funcionan mejor si los empaqueta Mandrake (en serio, no se porqué pero la misma versión del driver, es más rápida y estable la que da Mandrake que la que da ATI), y porque no tengo muy claro de dónde salen los drivers del modem integrado en el portátil.
He probado por necesidades de trabajo la Suse 9.1, y mi impresión no ha podido ser peor. La verdad es que no entiendo sus buenas críticas, pero en un Pentium4 2800MHz con 1GB de RAM, se arrastraba vilmente como los caracoles. Hacer cualquier cosa era armarse de paciencia, y con hacer cualquier cosa me refiero a abrir el solitario de KDE para entretenerse mientras el Konqueror se decide a mostrar todos los ficheros de $HOME (en un disco recién formateado). Lo peor fue ver al Yast2 quedarse colgado intentando instalar las impresoras: 4 impresoras HP conectadas directamente a la red (IPP) que además un Windows 2000 Server las comparte con cualquier máquina del Active Directory. Mandrake 9.x y 10.x las detecta perfectamente, te dice que hay 4 disponibles por IPP y 4 disponibles mediante Samba. Suse simplemente se cuelga. Pero es que se cuelga aunque quieras instalarlas a mano (sin detectar nada).
Así que con el afán de jugar con un PowerMac G4 que hay olvidado en el trabajo me bajé la Ubuntu Live-CD para PowerPC. Quería probar tres cosas: la distribución Ubuntu, la arquitectura PowerPC con algo que no sea un MacOS 9 (si, están algo desfasados los del curro) y GNOME 2.10. La arquitectura PowerPC G4 450MHz, para lo que puede probar, pues bien, GNOME no arrancó por problemas del gconfd, con lo que de momento ni GNOME 2.10 ni sobre todo Ubuntu se han llevado una buena impresión.
Así que me encuentro con que estoy usando Mandrake, y si sigo usandola deberé pagar por ella, a pesar de estar algo insatisfecho sin saber todavía claramente porqué (es algo similar a la crisis que me hizo abandonar Redhat en su día). He probado Suse y no me a gustado. Si Slackware hubiese tenido el instalador de Debian actualmente usaría Windows XP o Macintosh. Fedora C3 funciona muy bien en mi Pentium 166MHz, pero sigue teniendo el horrible Bluecurbe. Ubuntu tiene buena pinta, pero la única prueba que he hecho con ella no ha sido afortunada. ¿Qué futuro me espera?